Era el km 9 de la cursa de la Mercè cuando hice la valoración de lo que estaba siendo la carrera.
Llevo ya más de un mes de entrenamientos. Empezando de cero. Construyendo desde la base, tal y como indican las teorías del entrenamiento, la experiencia, y la lógica. Fué en ese km cuando me vino a la mente el símil exacto.
Cuando quieres levantar un edificio (hacia arriba), comienzas bajando profundo para poner buenos cimientos. Pues eso es lo que estoy haciendo ahora. O al menos, eso espero. Lejos que fuera más o menos distancia, me coloqué en la salida con una agujetas intensas en las piernas y en el tren superior fruto del trabajo de fuerza de los últimos días. Además de todo esto, se añade una situación lejana de la línea de salida que me obligó a hacer zig-zag durante un par de kilómetros. Al final, entre la ligera subida del Paral·lel, y el cansancio propio me marcó para que mi tiempo fuera más que discreto.
Crucé la meta en 41'18" cuando no quería superar el ritmo de 4'/km y con la mente puesta en la justificación que antes os he mencionado.
Bueno, otros dirán para animarme que había más distancia y que estaba mal medida. Nada. No me vale. Mi respuesta es que si buscase una carrera de 10km la haría en la pista. En la ruta, todo puede ser posible.
Próxima prueba: media maratón del Mediterrani el próximo 21 de octubre. Tiempo tengo de seguir construyendo ese edificio seguro, fiable y fuerte que me permite unas miras más exigentes y volver a tener la alegría y la ilusión de entrenar.
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